Relato para acompañar la adoración a Jesús en el Sagrario los días de Semana Santa.

Momento de adoración

Nos ponemos en presencia del Señor en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…

Señor, aquí estoy, dispuesto a encontrarme con vos, abierto a tu presencia y a lo que me quieras decir. Dame tu gracia para poder “verte” y descubrirte vivo y presente a mi lado.

Tomo conciencia de tu presencia, Señor, en mí. Respiro profundamente, disponiéndome para el encuentro.

Tomo conciencia del lugar donde estoy… Puedo preguntarme cómo me siento en este lugar. Aquí estamos, vos y yo.

También tomo conciencia de mi estado anímico: ¿Cuáles son los sentimientos que me acompañan en este momento? ¿Qué es lo que más me duele, me alegra, me preocupa? Los recibo y se los presento al Señor. Así como estoy, vos me recibís.

(silencio)

(canto…)

Leemos Jn 13, 1-15

Evangelio según san Juan:

1 Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2 Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, 3 sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, 4 se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. 5 Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

6 Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?». 7 Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás». 8 «No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!». Jesús le respondió: «Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte». 9 «Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!». 10 Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos». 11 El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes están limpios».

12 Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. 14 Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. 15 Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

Aquí estamos Señor, cercanos a vos, como en aquel jueves de la última cena, en donde te quedaste así, simple, en el pan, sencillo, cerquita.

¡Cuánto necesito de este amor que me das hasta el fin! ¡Cuánto Jesús que necesitaba estar acá con vos, cerca de tu corazón que late por mí! Necesito tu paz Jesús, necesito sentirte como amigo y que los míos también te sientan cerca y queden inundados por tu amor.

(canto)

Jesús, en la última cena nos vemos como a los que están sentados cerca tuyo, escuchándote, atentos, algunos felices, otros cansados…como Juan, que se dormía en tu hombro. Nos vemos como Pedro, que prometió no abandonarte, y luego tuvo miedo y se escondió. Así soy yo también Jesús, que quiero seguirte, pero muchos días me escondo en mis actividades, en mis dudas, en mis miedos y me escondo de vos. Nos vemos como los dos hermanos que habían sido mal mirados por los otros discípulos aquella vez que su mamá había pedido los mejores lugares para ellos en el cielo. Yo también Jesús a veces me enojo con mis compañeros, o con mi familia.

Pero qué lindo Jesús es saber que estoy sentado ahí cerca tuyo, o más bien, que a pesar de todo, vos te sentás junto a mi ¡Gracias Señor por amarme hasta el fin!

(canto)

Ya nos despedimos Señor, pero antes queremos regalarte la oración que vos nos enseñaste, y con ella queremos dejar en tu corazón nuestras intenciones, a todos los que queremos, pedirte para que cada vez seamos más parecidos a vos y con todo nuestro amor te pedimos por aquellos por quienes late esta escuela, nuestros alumnos, recibilos y llenalos de tu gracia y tu amor.  

Padre nuestro…

Nos despedimos cantando.

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